¡Feliz Año Nuevo! Espero que hayan pasado unas maravillosas vacaciones de invierno. Por mi parte, una frase de nuestra última entrada del año en el blog se me quedó grabada durante las vacaciones. A saber, “la idea de que el aburrimiento es una parte natural y saludable del desarrollo de la creatividad”. Al observar las variadas estrategias de mis hijos para manejar su propio aburrimiento, me di cuenta de que los beneficios de esos momentos vacíos e incómodos van mucho más allá del desarrollo de la creatividad.
Así que investigué un poco para ver qué dice la ciencia y me sorprendió descubrir que el aburrimiento infantil es un gran tema en estos momentos. Y los expertos parecen estar de acuerdo en que el aburrimiento es una parte importante del crecimiento y el bienestar del niño, ya que fomenta la creatividad, la independencia, la resiliencia emocional, el desarrollo cognitivo e incluso la conexión.
La Dra. Becky Kennedy, psicóloga clínica conocida por su trabajo con niños y familias, sugiere incluso que los padres creen a propósito oportunidades para que sus hijos experimenten la incomodidad del aburrimiento, de modo que estén mejor preparados para manejar las dificultades y los compromisos del mundo real cuando sean mayores.
A continuación comparto algunos descubrimientos fruto del aburrimiento de los que fui testigo durante las vacaciones de invierno, junto con los beneficios a más largo plazo que llevan a tantos expertos a promover la experiencia del aburrimiento infantil, en lugar de evitarla.
El aburrimiento cultiva la creatividad y la imaginación. Cuando mis hijos se aburrían durante las vacaciones, tendían a utilizar su imaginación para crear su propio entretenimiento. Construir fuertes con cojines y sábanas, soñar aventuras fantásticas para sus peluches, inventar nuevos juegos y dibujar o escribir provocaban horas de juego y desarrollo creativo. Este tipo de juego es crucial en la infancia porque prepara a los niños para un mundo complejo al fomentar el pensamiento innovador y la exploración.
El aburrimiento potencia la capacidad de resolver problemas. Me encantó ser testigo de cómo mis hijos resolvían el “problema” del aburrimiento explorando nuevos pasatiempos (hacer adornos, tejer, jugar al yo-yo), reorganizando sus propias habitaciones y las de sus hermanos, e ideando formas de entretenerse mutuamente. Estas pequeñas experiencias de resolución de problemas sientan las bases de habilidades cognitivas más amplias, como la planificación, la organización y la toma de decisiones.
El aburrimiento favorece el bienestar físico. En nuestra casa, el aburrimiento a menudo produce una respuesta física: correr, usar el pogo, organizar una competición de saltar la cuerda, ir al YMCA a hacer ejercicio (para los niños mayores). Esta actividad espontánea es importante para desarrollar la motricidad gruesa, la coordinación y la salud física en general.
El aburrimiento favorece el bienestar mental. También me di cuenta de que los días más decididamente aburridos de las vacaciones fueron los más reflexivos. Las mentes de los niños tuvieron espacio para divagar, reflexionar y procesar la información que habían estado absorbiendo. El aburrimiento permite al cerebro tomarse un descanso de la estimulación constante. Al igual que los adultos, los niños necesitan tiempo para descansar y recargarse. Este tiempo de inactividad mental es esencial para la concentración, el aprendizaje y la creatividad a largo plazo.
El aburrimiento fomenta el crecimiento emocional y la autorregulación. Aunque pueda parecer desagradable al principio, la incomodidad de estar aburrido puede enseñar a los niños paciencia y atención plena. Al permitirles experimentar y atravesar el aburrimiento, los padres están dando a los niños la oportunidad de sentarse con sus emociones. Esto crea un espacio para que reconozcan y comprendan cómo se sienten, en lugar de buscar una distracción inmediata. Con la práctica, los niños aprenden a lidiar con sus sentimientos de inquietud, aburrimiento y malestar, una habilidad de autorregulación que será inestimable para gestionar el estrés y las exigencias de la vida cotidiana.
El aburrimiento fomenta la independencia. Aunque mis hijos no apreciaron mis entusiastas celebraciones de sus proclamas de aburrimiento, al final sí apreciaron las oportunidades de elegir qué hacer con su tiempo y los resultados de sus actividades. Este tipo de independencia para practicar la toma de sus propias decisiones fomenta la confianza y la autosuficiencia y permite a los niños descubrir y desarrollar intereses especiales.
El aburrimiento fomenta la conexión. Aunque es importante que los niños aprendan a ser independientes, el aburrimiento también puede crear oportunidades para una conexión significativa. Cuando mis hijos se aburrían, acudían a mí o a su padre o iniciaban interacciones con otros miembros de la familia o amigos que a menudo desembocaban en charlas, en inventar historias juntos o en trabajar en un proyecto. Estos momentos de conexión construyen relaciones más fuertes y mejoran las habilidades sociales.
El mundo está lleno de momentos difíciles, ya sea aburrimiento, decepción o frustración. Experimentar el aburrimiento en un entorno seguro y enriquecedor ayuda a los niños a desarrollar su capacidad de recuperación. Aprenden que no pasa nada por experimentar emociones negativas y que estos sentimientos pueden superarse, no evitarse.
Así pues, en lugar de esforzarnos por llenar cada momento con algo “productivo” o “divertido”, podríamos aceptar el aburrimiento como una parte fundamental del desarrollo infantil. Al fin y al cabo, algunos de los mejores momentos de la infancia echan raizes en los espacios tranquilos de la nada, donde se plantan las semillas de la imaginación y el crecimiento.
Para ideas sobre lo que puede hacer cuando su hijo o hija se queja del aburrimiento, vea nuestro infográfico: ¡Mi hijo está aburrido! ¡¿Qué hago?!
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